El Dalai Lama
EL DALAI LAMA
Una biografía
Autor: Patricia Cronin Marcello
Resumen: Víctor Fernández
NACIMIENTO DE LHAMO DHONDUP
El 6 de julio de 1935, nació el decimocuarto Dalai Lama llamado Lhamo Dhondup,
en un pueblo llamado Tasker, ubicado en el Tibet Oriental, en la frontera con
China.
Sus padres fueron Choekyong Tsering y Diki Tsering.
En el antiguo Tíbet, el nacimiento de una niña se
consideraba una maldición, es por ello que, con frecuencia, en las familias
pobres las niñas eran ahogadas nada más nacer.
La granja de la familia de Lhamo Dhondup era pequeña, La casa era de un solo
piso y estaba hecha de piedra y barro, el tejado era plano y estaba cubierto de
tejas color turquesa. En el patio adyacente se erigía un árbol solitario y un
mástil de 9 metros, donde ondeaba una bandera blanca de oraciones de tres
metros de altura, con diversas plegarias inscritas. Los budistas creen que cada
vez que una bandera de oraciones ondea al viento, las plegarias escritas en
ella son enviadas al cielo.
La base de la dieta tibetana es la harina de cebada tostada, llamada tsampa,
junto al te de manteca de yak, que es la bebida nacional. En el Tíbet el
pescado y el pollo se consideran alimentos sucios y no se comen dulces.
BÚSQUEDA DEL DECIMOCUARTO SOBERANO
China desde principios del siglo XVIII, había ejercido el control sobre los asuntos internacionales
tibetanos, mientras que el Tíbet mantenía su soberanía en asuntos internos.
A finales del siglo XIX, China había perdido guerras
frente a Gran Bretaña y Japón. Dadas las circunstancias, el XIII Dalai Lama
creyó que había llegado el momento de independizarse. Expulsó a los chinos de
Lhasa y declaró ante el mundo la total independencia del Tíbet.
El Tíbet histórico era una tierra aislada, en gran medida a causa de su
situación en la cordillera del Himalaya. Durante siglos, Lhasa se llamó la
Ciudad Prohibida por su escasa influencia exterior. El 17 de diciembre de 1933,
el XIII Dalai Lama moría a la edad de 58 años.
El XIII Dalai Lama fue embalsamado, vestido con un traje de brocado de oro y
sentado en la postura del loto sobre un trono dorado en Norbulingka, su
residencia de verano en Lhasa, la gente desfilaba junto a su cuerpo para
rendirle homenaje, con la creencia de que pronto regresaría junto a ellos, como
lo habían hecho antes que él los anteriores Dalai Lamas.
Pero cuando moría un campesino, envolvían su cuerpo con vendas de lino, lo
llevaban a un alto acantilado y, allí, pagaban a alguien para que lo cortara en
pedazos y de esta forma sirviera de alimento a buitres y cuervos; un último
acto de generosidad del difunto.
Antes que se iniciara el proceso para buscar al nuevo Dalai Lama, era necesario
que la Asamblea Nacional nombrara un regente, que debía escogerse entre los
monjes de alto rango. El elegido por sorteo fue Reting Rimpoché.
Su primera misión como regente fue encargar la construcción de un mausoleo de
oro para el XIII Dalai Lama fallecido. Su segunda responsabilidad era hallar al
sustituto del Dalai Lama, y para ello decidió viajar al lago Lhamo Lhatso,
donde esperaba tener una visión que le guiara a encontrar al próximo Dalai
lama. Las visiones del lago habían permitido encontrar al XIII Dalai Lama 60
años atrás.
Estando en el lago, Reting Rimpoché tuvo una elaborada revelación: flotando
sobre las aguas, vio los símbolos del alfabeto tibetano Ah, Ka, Ma. También vio
un gran monasterio de tejados verde jade y oro, del que surgía un sendero
blanco en dirección al este, hacia una casa con extraños canalones y tejas de
color turquesa. También vio un perro marrón y blanco en el patio. Puso por
escrito la descripción detallada de la visión y la selló para mantenerla en
secreto. A continuación consultó con el oráculo de Samye. El oráculo confirmó
que lo que Reting Rimpoché había visto eran, señales que le conducirían al XIV
Dalai Lama. Ahora solo tenían que encontrarlo.
Tras la aprobación de la Asamblea Nacional, se enviaron tres delegaciones, cada
una formada por unos 40 miembros. Una partió hacia el noreste, otra
directamente al este, y la tercera hacia el sureste. Pese a que los
funcionarios estaban convencidos de que la letra tibetana Ah indicaba la región
de Amdo, se enviaron tres delegaciones por dos razones: la más obvia para
realizar una búsqueda más exhaustiva y la otra para desconcertar a los chinos
que controlaban la región de Amdo. Por ello lo mantenían en secreto para evitar
conflictos. Cada delegación llevaba pertenencias del XIII Dalai Lama y objetos
idénticos que no le habían pertenecido, estos objetos tenían que ser mostrados
a los elegidos, si los reconocían como suyos, significaba que eran la
reencarnación del XIII Dalai Lama.
En 1936 partió la delegación del noreste, encabezada por Kewtsang Rimpoché, un
gran lama del monasterio de Sera, luego, pasaron las montañas hasta llegar al
hogar del Panchen Lama, el segundo lama más importante del Tíbet.
El Panchen Lama le dio los nombres de tres niños que podían ser candidatos a
Dalai Lama, todos ellos de las inmediaciones del monasterio de Kumbum. La
delegación estaba convencida de que la letra tibetana Ka de la visión se
refería al monasterio de Kumbum. Cuando llegaron a la casa del primer
candidato, fueron informados de que el niño había muerto. El segundo niño huyó
corriendo cuando se acercaron a él. Así que fueron en busca del tercer niño, en
el pueblo de Tasker. Los monjes y los lugareños les habían dado la bienvenida y
entre la muchedumbre, se encontraba Choekyong Tsering, el padre de Lhamo
Dhondup.
Cuando la delegación estaba en Tasker, vieron una casa con el tejado de tejas
color turquesa, los canalones estaban doblados y en el patio había un perro con
la piel de dos colores. Los viajeros contuvieron su entusiasmo y optaron por
ser cautos. Kewtsang Rimpoché explicó al padre que el grupo se había perdido y
pidió cobijo para pasar la noche. La madre les ofreció te, pan y carne seca de
yak. Cuando se sentaron para tomar el té con sus anfitriones en el kang, el
niño de dos años avanzó a gatas hasta el regazo de Kewtsang Rimpoché, metió una
manita dentro de sus ropas y extrajo el rosario del lama. Insistió en que el
rosario era suyo y preguntó porque lo llevaba Kewtsang Rimpoché. El lama
amigablemente le explicó que el rosario era antiguo y le ofreció uno más nuevo.
El niño se enfadó y siguió reclamando el primer rosario. Kewtsang Rimpoché le
dijo que se lo daría si adivinaba su nombre. “Sera lama”, dijo el niño, quien
parecía saber que el hombre procedía del monasterio de Sera. Pero eso no era lo
más sorprendente, pues el rosario que el niño reclamaba como suyo era el
rosario del XIII Dalai Lama. Así mismo el niño se dirigió a él en el dialecto
de Lhasa, que en Amdo prácticamente no se hablaba.
A la mañana siguiente, los viajeros pagaron a la familia por el alojamiento y
se prepararon para proseguir su camino. Cuando partían, el niño intentó irse
con ellos y deshecho en un mar de lágrimas, les imploró que lo llevaran
consigo. Se calmó cuando prometieron regresar.
Tres semanas más tarde cumplieron su promesa, esta vez con el fin de someter al
niño a diversas pruebas. Primero, Kewtsang Rimpoché le pidió al niño que
eligiera entre los dos rosarios negros idénticos; uno de ellos era el que había
reclamado en la visita anterior. El niño eligió el rosario correcto y se lo
puso alrededor del cuello. Luego repitió la operación con el de cuentas
amarillas.
A continuación le pidieron que eligiera un bastón de andar y también eligió el
bastón correcto. Solo quedaba la prueba de los tambores. Uno era sencillo de
marfil, aunque elegantemente trabajado. El otro era de colores, decorado con
brocados y teóricamente, más atractivo para un niño. Sin embargo el pequeño
eligió el tambor más sencillo, que era el adecuado. Con cada uno de los objetos
elegidos el niño dijo: “es mío”. La delegación concluyó que las pruebas eran
más que suficientes.
Todavía faltaba realizar una inspección física del niño. En anteriores
reencarnaciones del Dalai Lama, se habían observado ocho marcas corporales, por
lo que, si encontraba alguna de ellas en el chico, tendrían una prueba más de
su identidad. Lhamo Dhondup tenía tres de esas marcas. Kewtsang Rimpoché dijo:
“Estábamos tan emocionados que nuestros ojos se llenaron de lágrimas de
felicidad. Sin apenas poder respirar, casi no éramos capaces de mantenernos
sentados ni pronunciar una palabra”. Los miembros de la delegación estaban
seguros de que habían encontrado al XIV Dalai lama del Tíbet, el niño Lhamo
Dhondup. Para los tibetanos, el Dalai Lama es mucho más que un simple
gobernante, es un Buda viviente, un Dios rey, un ser que ha alcanzado la
iluminación. Este es el voto que preside la vida del Dalai Lama.
CAMINO A LHASA
En las regiones periféricas del Tíbet gobernaban los señores de la guerra, en
Amdo el señor de la guerra era un chino musulmán llamado Ma Pu-Feng, que se
había proclamado representante de China y gobernaba Amdo desde 1931.
Cuando Ma Pu-Feng supo que, en sus dominios, se había hallado a un posible
Dalai lama pidió cien mil dólares chinos de rescate por el niño. Lhasa envió el
dinero para pagar el rescate. Ma Pu-Feng al ver lo fácil que fue cumplir con el
rescate, pidió más, 330,000 dólares chinos.
Los Tibetanos estaban indignados con esta petición, pero Ma Pu–Feng insistió y
ordenó que el niño fuera conducido al monasterio de Kumbum hasta que se
cumpliera con el pago. Ocho meses después, Lhasa logró reunir el rescate
exigido y pagó.
Partieron el 21 de julio de 1939. Una vez que Lhamo
Dhondup estuvo fuera del control chino, se convocó a la Asamblea Nacional para
declararlo XIV Dalai Lama, lo cual se hizo por unanimidad. Inmediatamente
después, partió una comitiva de destacados funcionarios desde Lhasa para
recibirlo. Después de tres meses de viaje la comitiva se encontró con la
caravana del Dalai Lama y le entregó la declaración del regente, del gabinete y
de la Asamblea Nacional, en la que se proclamaba que Lhamo Dhondup era el nuevo
Dalai Lama. A sus padres les otorgaron los títulos de Gyayum, que significa
“gran madre”, Gyayap “gran padre”.
A partir de entonces, todo cambió muy de prisa. Lhamo Dhondup perdió su nombre
de nacimiento y pasó a llamarse Kundun, que significa “presencia de Buda”. Le
vistieron con trajes de brocados amarillos y un sombrero de pico de piel
amarilla y pasó a viajar en su propio palanquín dorado. Desde ese momento, la
procesión se convirtió en un desfile majestuoso. Varios monjes la precedían
portando altos estandartes, sonaban trompetas de tonos graves.
Cuando la comitiva llegó a la ciudad de Lhasa el día 8 de octubre, 16
aristócratas, ataviados con gorros redondos adornados con borlas rojas y trajes
de raso verde, transportaron al nuevo Dalai Lama en su palanquín dorado. Los
miembros del gabinete, astrólogos, Reting Rimpoché, el primer ministro, la
familia del Dalai Lama y otros monjes destacados se unieron a ellos, entre
músicas de cuernos, címbalos, tambores y gongs. Miles de campesinos, con la
cabeza gacha en señal de reverencia, se alineaban en ambos lados del camino,
vestidos con sus mejores chubas y todas las alahajas que poseían, las ventanas
estaban cerradas, pues nadie podía mirar al Dalai Lama desde arriba. A su
llegada a Lhasa fue conducido al palacio de Norbulingka, la residencia de
verano de los Dalai Lamas, donde viviría hasta que sea entronizado en el
Potala, palacio de mil habitaciones, donde ocuparía el trono del león. A sus cuatro
años de edad estaba a punto de asumir la dirección espiritual del pueblo del
Tíbet.
UNA NUEVA VIDA DE MONJE
Los padres del Dalai Lama quedaron sorprendidos al ver que su nueva casa estaba
surtida con todo lo necesario.
Se nombró a tres monjes como sirvientes del Dalai Lama. La investidura oficial
fue el día 22 de febrero de 1940, con la asistencia de dignatarios de gobiernos
extranjeros, en el palacio De Potala sede del gobierno.
La ceremonia de iniciación se desarrolló en el Salón de las Buenas Obras de los
Mundos Espiritual y Temporal.
En cuanto entró el niño, le colocaron sobre el Trono del León, exclusivo del
Dalai Lama, construido según las escrituras tibetanas con un metro y medio de
altura. Delante del trono colocaron una mesa con sus sellos oficiales.
Luego ofrecieron al Dalai Lama una tacita de oro en un plato, que contenía una
hierba de sabor dulce, como augurio de buena suerte.
A continuación el regente volvió a postrarse ante su santidad en nombre del
gobierno tibetano y le entrego la Rueda de Oro y la Caracola Blanca, símbolos
del poder espiritual y temporal.
Una vez terminada la ceremonia, el Dalai lama selló
documentos con órdenes para los monasterios, tenía 4 años y medio de edad.
Luego el Dalai Lama y su hermano Lobsang Samten fueron llevados al templo para
iniciarlos como monjes, raparon sus cabezas y le cambiaron de nombre, ahora se
llamará Tenzin Gyatso, el XIV Dalai Lama.
La Educación oficial del Dalai Lama empezó a los 6 años. Reting Rimpoché era su
tutor principal. El Dalai Lama empezaba su jornada de clase con la caligrafía y
terminaba practicando el arte del debate con dos monjes hasta aproximadamente
las 5 y media. Hora en que terminaba el horario escolar.
Luego subía al tejado del palacio donde tenía instalado un telescopio, desde
donde podía admirarse la grandiosidad del Himalaya. Cuando tenía 9 años, el
muchacho descubrió dos proyectores de cine manuales y varios rollos de
película, a partir de entonces quedó fascinado con las películas. luego llegaba
la hora de cenar y a las nueve terminaba la jornada.
LA INVASIÓN CHINA
A los diez años, la vida del Dalai Lama estaba dedicada por completo a la
educación y a los rituales. El Dalai Lama leía periódicos como el “Mirror del
Tíbet” o el “Ilustrated London News” y para ello tuvo que aprender inglés por
su cuenta.
En septiembre de 1939, justo antes de que el Dalai Lama llegase a Lhasa, Gran
Bretaña había declarado la guerra a Alemania, y en pocas horas los soldados
indios detuvieron al alpinista austriaco Heinrich Harrer, que venía de escalar
el Himalaya, le confinaron a un campo de internamiento cerca de Bombay, en la
India.
Tras varios intentos de fuga, el día 29 de abril de 1944, Harrer consiguió
finalmente escapar junto con un grupo de compañeros, entre los que se
encontraba Peter Aufschnaiter, juntos emprendieron el camino hacia la ciudad
prohibida de Lhasa, Tras un viaje de 20 meses, llegaron el día 15 de enero de
1946. Viviendo en Lhasa participaron en varios proyectos civiles, construcción
de canales de riego, diseño de jardines, sistemas de información y alzado de
mapas.
El Dalai Lama supo de las actividades de los visitantes a través de su
telescopio. El Dalai Lama ordenó que llamaran Harrer para que coloque un rollo
de película en su proyector, así lo conoció y lo llamo “Cabeza Amarilla”, le
pidió que le construya un cine y que le enseñara todo lo occidental, incluida
la lengua inglesa. Harrer accedió y por primera vez en la historia, un
extranjero pudo hablar con el Dalai Lama cara a cara. Con la amistad entre
ambos se rompieron muchas tradiciones, Harrer se convirtió en su confidente más
íntimo, todas las tardes lo instruía sobre asuntos relacionados con el mundo
exterior. Su amistad duró hasta que el Tíbet se convirtió en un lugar demasiado
peligroso para ambos.
En marzo de 1947, se reunió la Conferencia de Relaciones Inter asiáticas, para
evaluar la situación de Asia tras la segunda guerra mundial. En la reunión el
Tíbet se presentó como nación independiente con su propia bandera, Los chinos
se indignaron, rechazaron la bandera y la independencia del Tíbet, alegando que
el Tíbet era parte de China.
En el Tíbet, el budismo era más que una simple religión: era una forma de vida,
y los tibetanos temían que los ateos comunistas pudieran trastocar su mundo.
El Dalai Lama solo tenía 13 años, era demasiado joven para darse cuenta de todo
lo que ocurría. Lamentó la muerte de su padre y de su tutor principal.
Más allá de las fronteras del Tíbet, en China se hizo del poder Mao Tse tung y
con ello aumentaba el miedo al comunismo en el Tíbet. En vía de previsión el
gabinete tibetano acordó expulsar a todos los ciudadanos chinos del Tíbet. La
China comunista percibió el gesto como un acto de agresión. Por entonces el
Dalai Lama tenía 14 años de edad, era un experto en religión, metafísica y todo
tipo de cuestiones espirituales, pero todavía no se involucraba en los asuntos
de la administración del país.
En 1949, a los tibetanos les preocupaba una invasión china. Evaluaron la
situación de su ejército y constataron que disponían de 8,500 soldados, que
comparado con los millones que tenía China, era nada.
El Gobierno optó por buscar apoyo en países amigos y
designaron 4 comisiones para viajar a Gran Bretaña, Estados Unidos, India y
Nepal, para que influyan sobre China y así evitar la invasión al Tíbet.
Las repuestas de estos países fueron descorazonadoras. Gran Bretaña y Estados
Unidos trasladaron la cuestión al gobierno indio. La India escribió una carta
al presidente Mao solicitando que China respetara la independencia del Tíbet.
No obtuvieron ninguna respuesta.
Al amanecer del 7 de octubre de 1950, el ejército de campaña de China, formado
por 84,000 soldados cruzaron el río Yangtze, invadieron Kham y siguieron hacia
Chamdo. Cuando las noticias llegaron a la ciudad de Lhasa, sus habitantes
fueron presa de pánico.
El 7 de noviembre, desesperado el gobierno tibetano
pidió ayuda a las Naciones Unidas. Pero como el Tíbet no formaba parte de la
organización, hicieron caso omiso de sus súplicas. Entonces, el pueblo pidió a
gritos que el Dalai Lama tomara el control político del país, pues en él veían
a su único medio de mantener la unidad y la esperanza. El Dalai lama convocó al
oráculo de Gadong. El médium dijo: “ha llegado su momento”.
El 17 de noviembre de 1950, el Dalai Lama se convirtió en el supremo gobernador
de Tíbet.
Por esa fecha, llegó a Lhasa el hermano del Dalai Lama llamado Thubten Jigme
Norbu quien era abad del monasterio de Kumbum, el hermano explicó al Dalai Lama
que toda la zona donde estaba ubicado el monasterio estaba bajo el dominio
comunista y que él había sido liberado a condición de convertir al Dalai Lama
al comunismo y que si el Dalai lama no quería, lo autorizaban a matarlo. Norbu
no pretendía matar a su hermano, pero le advertía del peligro que corría. Los
chinos sabían, la fe del pueblo tibetano depositada en su Dalai Lama y le veían
como una amenaza para la propagación del comunismo. Rogó a su hermano, el Dalai
Lama, que abandonara el Tíbet. Su intención también era escapar del país e
intentar ponerse en contacto con los americanos.
Pero nada podía frenar el deseo de los tibetanos de que su dios rey subiera al
trono, pues veían al Dalai Lama como el protector del Tíbet y su salvación. En
la mañana del 17 de noviembre, el Dalai lama se preparaba para su investidura.
Vistió sus mejores ropas. Fue a la capilla y ante los miembros del Gobierno,
recibió la rueda de oro, símbolo de la asunción del poder político.
A finales de 1950, la Asamblea Nacional acordó que el
Dalai Lama se trasladara al sur del país junto con los principales miembros de
su gobierno. En su deseo de proteger a su líder, pensaron que, si la situación
se volvía demasiado peligrosa, podría escapar de inmediato a la India, con solo
cruzar la frontera. Varias caravanas de mercancías partieron hacia el sur. Una
de ellas iba cargada con las arcas del tesoro, es decir, el oro y la plata
guardada en los sótanos del Potala. Los preparativos se hicieron en secreto,
por temor a que la población de Lhasa conociera de los planes y se alarmara.
Para el pueblo tibetano, el Dalai Lama es el Tíbet y su desaparición
significaría el desmoronamiento de todo el país y del estilo de vida tibetano.
El Dalai Lama dejó a los dos primeros ministros a cargo del Gobierno en Lhasa,
y él, junto con su séquito, abandonó la ciudad durante la noche, se dirigieron
a Yadong, justo en la frontera. El 4 de enero de 1951, tras diez días de viaje,
llegaron a su destino. El Dalai Lama comprendió por fin que el Tíbet tendría
que enfrentarse solo a los chinos.
Estando en Yadong el Dalai Lama escuchó Radio Pekín y se le acabaron las
esperanzas: “el Acuerdo de 17 Puntos para la Liberación Pacífica del Tíbet
había sido firmado por el representante de la República Popular China y el
Gobierno local del Tíbet”. Nadie había dado autorización para ese acuerdo. Sin
embargo, llegados a ese punto, ya no cabía más que desear que el arreglo fuera
positivo para el Tíbet. La primera cláusula del Acuerdo de 17 Puntos era
funesta. Decía lo siguiente: “El pueblo tibetano deberá unirse y expulsar a las
agresivas fuerzas imperialistas del Tíbet; el pueblo tibetano deberá regresar
al seno de la patria: La República Popular China”. Los tibetanos estaban
atónitos. Nunca se habían considerado parte de China.
LIDIANDO CON LA PATRIA
Los consejeros y el hermano del Dalai Lama insistían en que debía abandonar el
país e instalarse en la India, pero, le informaron que el nuevo representante
de la China en el país, venía a su encuentro para acompañarlo de vuelta a
Lhasa, como muestra de solidaridad. El Dalai Lama estaba ante un dilema: su
principal deseo era reducir al máximo el sufrimiento de su pueblo. Sabía que
las ganas de combatir crecían, pero también entendía que no tenían ninguna
posibilidad de ganar un conflicto armado a la China. El Dalai Lama entendió que
era mejor entablar conversaciones con la China e intentar salvar vidas. Y Con
este fin decidió volver a Lhasa. Llegó a Lhasa el 18 de agosto de 1951, después
de 8 meses de ausencia.
Pero, unos días después del regreso del Dalai Lama a Lhasa, el 9 de setiembre,
3000 hombres del ejército chino entraron en la capital tibetana. Tras un largo
debate la Asamblea Nacional aconsejó al Dalai Lama que aceptara el acuerdo. El
20 de octubre de 1951 escribieron una carta y enviaron un telegrama a Mao
Tse-tung diciendo: “El Gobierno del Tíbet, junto con el poder religioso y el
pueblo, aceptan unánimemente el acuerdo y, bajo la dirección del presidente Mao
y del Gobierno popular central, dan su apoyo al Ejército Popular de Liberación
en el Tíbet para consolidar la defensa nacional, eliminar las influencias
imperialistas del país y salvaguardar la unidad del territorio y la soberanía
de la patria”. Con esta carta, el Tíbet pasaba a formar parte de la China.
Justo después de la ratificación del Acuerdo de 17 Puntos, 5000 soldados más
llegaron a Lhasa. A finales de 1951, la población de Lhasa se había duplicado y
todo ello supuso una enorme carga para la economía del Tíbet. Los chinos
empezaron a comprar tierras y construir edificios, algunos tibetanos hicieron
buenos negocios, el precio de las semillas se multiplicó por 10 y todos los
artículos subieron de precio en un 60%. Los habitantes de Lhasa estaban al
borde de la hambruna. Para los chinos no había problema con los precios, porque
fundían ornamentos religiosos y baratijas de plata y acuñaban monedas de plata
de uso exclusivo en el Tíbet.
El resultado de todo este descontento fue que los ciudadanos de Lhasa dejaron
salir toda su rabia. Los niños gritaban consignas contra los soldados, a los
que llamaban “chinos rojos enemigos de la fe”, les lanzaban piedras y comenzó a
forjarse un movimiento de resistencia, aparecieron carteles pidiendo la
devolución del Tíbet y el poder al Dalai Lama. Todas estas acciones
enfurecieron a los chinos y exigían que el gabinete ponga fin a la oposición.
Como una muestra de buena voluntad, el gobierno chino invitó al Dalai Lama a
encabezar una delegación tibetana al Primer Congreso Popular Nacional de la
República Popular China, que iba a celebrarse en Pekín en 1953. En el verano de
1954, una delegación de unas 500 personas partió hacia China encabezada por el
Dalai Lama y su familia.
El primer ministro chino Chu En-lai acudió a la estación para darle la
bienvenida. A los pocos días de su llegada recibió una invitación para asistir
a un banquete con el presidente Mao. El Dalai Lama no se sentía intimidado por
la popularidad de Mao, ambos dirigentes parecían llevarse muy bien y celebraron
varias reuniones durante la estancia del Dalai Lama en Pekín sobre el tema el
Tíbet y su futuro.
RUPTURA Y FRACASO DE LAS RELACIONES
El Dalai lama regresó a Lhasa el 29 de junio de 1955, su gira había durado casi
un año, en ese tiempo Lhasa había cambiado mucho, se había construido un
hospital, un cine, un banco, un periódico y una escuela de secundaria. Pero a
pesar de esta mejoría, los tibetanos de Lhasa seguían molestos con la ocupación
China.
Empezaron a llegar rumores sobre atrocidades cometidas por los chinos contra el
pueblo tibetano en las regiones orientales del país. El mismo Dalai Lama había
oído de maltratos que iban desde palizas propinadas a lamas tibetanos, hasta
ejecuciones públicas.
Hacia finales de 1954, los tibetanos de las provincias del este ya habían
empezado a revelarse. Los chinos, preocupados por la gran cantidad de armas que
tenían los guerreros Khampas, ofrecieron una amnistía para que entreguen las
armas. Los Khampas no hicieron caso, y los chinos empezaron a confiscar las
armas. Los guerreros Khampas enfurecidos por esta acción, se reunieron en
millares, atacaron los campamentos del EPL y ejecutaron a los soldados. La
reacción de los comunistas no se hizo esperar, bombardearon el monasterio de
Changtreng, donde se habían refugiado 3000 monjes. Tras seis meses de
enfrentamientos los chinos había sufrido terribles pérdidas.
En las provincias del este seguían las batallas encarnizadas. En febrero de
1956, se formó una milicia para defender el monasterio de Lithang y como
respuesta el EPL envió 40,000 soldados más. La lucha en el monasterio duró 64
días, fue bombardeado por los chinos con un saldo de 800 monjes muertos. Cuando
cesó el bombardeo, los sobrevivientes fueron torturados y asesinados. Los
monjes y monjas fueron obligados a romper sus votos de celibato al forzarlos a
punta de pistola a mantener relaciones sexuales unos contra otros en público.
Cuando el Dalai Lama se enteró de la noticia, lloró. Preguntó a los chinos:
“¿Cómo podían los tibetanos confiar en los chinos si estos se comportaban
así?”. Los chinos consideraron las críticas del Dalai Lama como un insulto a la
patria y le respondieron que, si los tibetanos eran incapaces de ver que las
reformas eran algo bueno para ellos, necesitaban un castigo. De inmediato el
Dalai Lama envió una carta a Mao pidiendo su intervención. Pero no obtuvo
respuesta. Finalmente el Dalai Lama se dio cuenta que los chinos actuaban por
órdenes de Mao.
En 1956, el presidente de la Sociedad Maha Bodhi, envió una invitación al Dalai Lama para asistir
a las celebraciones del Buda Jayanti, en conmemoración del 2,500 aniversario
del nacimiento de Buda, que iban a celebrarse en la India. Zhang Jinwu informó
al Dalai Lama que tenía permiso para asistir y que recibiría protección del
embajador chino en la India.
A mediados de noviembre, el Dalai Lama y su séquito
abandonaron Lhasa con destino a la India. A su llegada, fue recibido por el
primer ministro Nehru. Tras la clausura de las celebraciones, el Dalai Lama
tuvo un segundo encuentro con el primer ministro Nehru. Explicó al dirigente
Indio que contemplaba la posibilidad de quedarse en la India y le preguntó si
le concedería asilo. Nehru se mostró reacio. Le dijo que la paz en Asia
dependía de las buenas relaciones entre la China e India. Con la firma del
Acuerdo de 17 Puntos, el Tíbet se había convertido de facto en una parte de
China y a los ojos de la India, había renunciado a sus derechos ante los foros
de diálogo internacional. Por lo tanto le rogaba que volviera a Lhasa y
colaborara con los chinos.
A su vuelta de la India después de 5 meses, El Dalai Lama encontró que Lhasa
estaba invadida por lo refugiados, se habían instalado más de 10,000 tiendas
para alojar a los Khampas. El Dalai Lama constató que la situación en todo el
país se había deteriorado. Las provincias de Kham y Amdo estaban en plena
guerra abierta. El Tíbet estaba sumido en un verdadero caos.
Unos días después, los chinos le pedían que fijara la fecha para asistir a la
representación de la compañía de danza. Propuso el 10 de marzo. Ningún soldado
tibetano acompañaría al Dalai Lama como era costumbre y solo se permitirían dos
escoltas desarmadas. El pueblo de Lhasa se enteró. La mañana del 10 de marzo,
la gente de Lhasa salió en tropel y rodeó Norbulingka. A las nueve, cerca de
30,000 personas, entre hombres y mujeres, se agolpaban en la puerta principal.
Habían decidido proteger al Dalai Lama de un posible secuestro chino. La gente
pedía que los chinos abandonen el Tíbet y estaban decididos a no moverse de
allí.
El primer chambelán del Dalai Lama pidió al general Zhang Jinwu que aceptara
las disculpas del Dalai Lama por no poder asistir a la representación de la
danza. Los chinos estaban indignados y acusaron al gobierno tibetano de
organizar subrepticiamente la manifestación. Esa noche, setenta funcionarios
subalternos del gobierno, la guardia personal del Dalai Lama y varios
cabecillas populares, firmaron una declaración en la que denunciaban el Acuerdo
de 17 Puntos y no reconocían por más tiempo la autoridad china. El Dalai Lama
recibió un mensaje de los chinos en el que le sugerían que se traslade al
cuartel general por seguridad, porque planeaban un ataque contra la gente para
despejar Norbulingka. El Dalai Lama respondió que él también estaba consternado
por la acción de los radicales y tenía la esperanza de que los chinos tendrían
paciencia y esperarían a que la muchedumbre se dispersara.
El día 17 de marzo, a las 4 de la tarde, sonaron los primeros disparos. Dos
proyectiles de mortero rompieron la calma del jardín interior de Noburlingka.
El Dalai Lama se apresuró a consultar al oráculo. Esta vez la respuesta fue
“Váyase. Váyase esta noche”. El Dalai Lama sabía que el oráculo estaba en lo
cierto. La única forma de defender a su pueblo era marcharse, para que no
tuvieran a nadie que proteger. Con su marcha esperaba salvar miles de vidas.
HUIDA A LA INDIA
A las 9 de la noche del día 17 de marzo, un primer grupo cruzaba las puertas.
Entretanto en el interior de Norbulingka, el Dalai Lama preparaba su disfraz.
Antes de partir, escribió una carta en la que delegaba su autoridad en los
dirigentes del pueblo. Por último, se cubrió la cabeza rapada con un sombrero
de piel y se quitó las gafas.
El Dalai Lama estaba aterrorizado, temía que si su propio pueblo le descubría,
trataría con toda seguridad de impedir su marcha. Y si las manifestaciones
continuaban, estaba seguro que habría derramamiento de sangre, mientras que si
se iba, la muchedumbre no tardaría en dispersarse. Por otra parte, en caso de
ser capturado por los chinos, se perdería toda esperanza para la nación, pues,
como el Dalai Lama es la personificación del Tíbet, su muerte significa el
total desmoronamiento del país y la pérdida de la identidad tibetana.
El Dalai lama salió de su residencia a las diez con otro grupo de funcionarios,
disfrazados de soldados, franquearon la puerta como una patrulla de inspección,
nadie reconoció al Dalai Lama. Al otro lado del rio les esperaban guerrilleros
con treinta caballos, en total la delegación reunió casi 100 caballos al galope.
Poco podían hacer para mitigar el estruendo de tantos caballos, pero el viento
estaba a su favor y los chinos no escucharon nada, Durante el resto de la noche
y gran parte del día siguiente galoparon en dirección del rio Brahmaputra en
territorio de la guerrilla tibetana, Los guerrilleros Khampas protegían la
delegación. Tras 20 horas cabalgando, el grupo pudo finalmente descansar en el
monasterio de Ramé. Al segundo día, se les unieron 300 soldados tibetanos y más
guerrilleros.
Se dirigió a Luntze Dzong, cerca de la frontera con la
India.
Un grupo de jinetes les trajo noticias devastadoras. Dos días después de la partida
del Dalai Lama, el 20 de marzo en la mañana, los chinos habían bombardeado
Norbulingka y abierto fuego contra la multitud concentrada en el exterior.
También habían bombardeado el Potala, el pueblo de Shol, el templo de Jokhang y
los monasterios de Sera, Ganden y Drepung. Los edificios principales de
Norbulingka y Patala estaban deteriorados. Miles de tibetanos eran conducidos a
prisiones chinas y otros miles de cadáveres yacían en las calles, muchos de
ellos mujeres y niños. En medio de la matanza, los chinos buscaban al Dalai
Lama, esa noche le dieron por desaparecido, por lo que volvieron a bombardear y
mataron a miles de tibetanos más.
Para entonces, los periódicos del mundo entero habían informado de la
desaparición del Dalai Lama. Chu En-lai anunció la disolución del gobierno
tibetano y su sustitución por un comité provisional. Pero cuando les informaron
que el Dalai Lama había escapado, el presidente Mao exclamo: “En ese caso,
hemos perdido la batalla”.
Dos días después, llegaron a Luntze Dzong, donde la población organizó una
ceremonia de acción de gracias porque el Dalai Lama estaba sano y salvo. A
continuación su Santidad procedió a la impugnación del Acuerdo de 17 Puntos e
informó a su pueblo que los chinos no eran más que una fuerza invasora. Más de
mil personas acudieron a esta ceremonia en la que se formó el Gobierno en el
exilio, el único Gobierno del Tíbet. Pero de inmediato llegaron noticias de que
tropas chinas se movilizaban hacia donde él estaba. El Dalai lama y su séquito
se movilizaron hacia la frontera de la India, pidiendo asilo al gobierno. Al
día siguiente recibieron noticias de que el gobierno indio había accedido a
conceder asilo al Dalai Lama y su séquito. El 31 de marzo de 1959 cruzó la
frontera con un gran pesar, por abandonar a su pueblo.
En la India, un funcionario y un intérprete les dieron una cálida bienvenida. Su
nuevo hogar estaría en Mussoorie a 2400 kilómetros de la frontera con su país.
Hicieron una parada en Circuit House, en Tezpur, donde el Dalai Lama reveló por
primera vez que el Acuerdo de 17 puntos había sido firmado bajo coacción.
Afirmó categóricamente que había abandonado el Tíbet por su propia voluntad.
Expresó su dolor por la tragedia de Lhasa.
La cuestión tibetana ponía a Nehru en una posición delicada. Destacó que su
apoyo al Dalai Lama era puramente humanitario y que no le estaba permitido
utilizar la india como base para conseguir la independencia tibetana. El Dalai
Lama estaba muy agradecido por la calurosa acogida que el pueblo indio le
dispensaba.
El 24 de abril, Nehru llegó a Mussoorie y se reunió con el Dalai Lama durante 4
horas. Su santidad le contó todo lo sucedido en el Tíbet. El primer ministro
quedó afligido al enterarse de estos últimos acontecimientos. Nehru dejó claro
que la India no se alinearía con el Tíbet, en contra de China. Le aconsejó no
hacer planes para el futuro inmediato, pues volverían a hablar.
Al poco tiempo de llegar a Mussoorie, tuvieron noticias de que miles de
refugiados entraban en la India y en Bután procedentes del Tíbet. En la india
inmediatamente se organizaron campamentos para los refugiados y para los niños
se hicieron escuelas separadas, con el fin de conservar la herencia cultural
tibetana, todos estos gastos fueron hechos por el gobierno indio. Nehru también
propuso que el idioma que aprendieran los niños, fuera el inglés, que era el
idioma universal. El Dalai Lama estuvo de acuerdo.
En Mussoorie, El Dalai Lama organizó una rueda de prensa. 130 reporteros del
mundo lo escuchaban. En su discurso impugnó oficialmente el Acuerdo de 17
Puntos y explicó a los reporteros las atrocidades sufridas por el pueblo
tibetano a manos de los chinos y manifestó su convencimiento de que la
intención de los comunistas no solo era erradicar la religión y cultura del
Tíbet, sino hacer desaparecer por completo a la raza tibetana. Esa noche llegó
un comunicado del gobierno Indio manifestando categóricamente que no reconocía
al gobierno en el exilio del Dalai Lama. El comunicado fue un golpe para el
mandatario tibetano.
UN HOGAR MÁS PERMANENTE
Luego, el Dalai Lama fue informado que cambiaría de domicilio, se le
trasladaría a otra residencia más grande en Dharamsala. A las dos semanas de su
llegada a su nueva residencia, el Dalai Lama inauguró la primera guardería para
niños refugiados tibetanos y nombró directora a su hermana Tsering Dolma.
Comenzó con 50 niños y muy pronto subió a 500.
CAUTIVANDO AL MUNDO
En el mes de mayo de 1964 falleció el primer ministro Nehru. El nuevo primer
ministro Shastri siguió apoyando la causa del Tíbet. En la asamblea de la ONU
en que se discutió la situación del Tíbet, Shastri insistió en que la India
votaría por el Tíbet, junto con Tailandia, Filipinas, Malta, Irlanda,
Nicaragua, El Salvador y Malasia. Los otros países consideraron que la
conquista del Tíbet por la China era un hecho consumado.
El 10 de enero de 1966, finalizó la guerra entre la India y Pakistán. A las
pocas horas de firmar el acuerdo, el primer ministro Shastri murió. El Dalai
Lama lamentó su muerte porque fue un buen amigo del Tíbet. Dos semanas después
Indira Gandhi asumió el poder como primera ministra. El Dalai Lama y ella se
habían hecho amigos durante el gobierno de Nehru.
En 1973, el Dalai Lama realizó su primer viaje a occidente, durante el cual
visitó 11 países. La primera parada fue en Roma donde visitó al Santo Padre,
Pablo VI. También visitó Escandinavia, donde se encontró con su amigo Heinrich
Harrer. El pelo amarillo se había vuelto gris.
En los años siguientes, el Dalai Lama siguió publicando libros, tanto en inglés
como en tibetano. En enero de 1976, murió Chu En-lai y en septiembre Mao
tse-tung. Ese mismo día Deng Xiaoping se convirtió en el nuevo jefe del estado
chino. Deng Había manifestado que era posible negociar todos los aspectos de la
situación tibetana, menos la independencia. El Dalai Lama estaba más decidido
que nunca a presentar el caso tibetano ante el mundo y comenzó a preparar
reuniones con varios líderes mundiales.
En 1980, el Dalai lama viajó al Vaticano para entrevistarse con el papa Juan
Pablo II. El viaje fue un éxito, el Dalai Lama se sintió esperanzado de que
pudiera favorecer la causa tibetana.
En 1984, llegó un rayo de esperanza cuando 91 miembros
del Congreso de los Estados Unidos enviaron una carta al presidente chino, Li
Xiannian, en la que expresaban su apoyo a las negociaciones directas entre el
gobierno chino y el tibetano en el exilio. Pedían al presidente Xiannan que:
“tratara con la consideración debida las muy razonables y justificadas
aspiraciones de su Santidad el Dalai Lama y su pueblo”. Su entusiasmo creció
más, cuando otros países de todo el mundo dieron pasos similares. A principios
de 1987, fue invitado a dirigirse al Comité de Derechos Humanos del Congreso de
los Estados Unidos en Washington.
Durante su discurso, pidió que el Tíbet fuera tratado como una zona de paz y no
violencia que implicaba el retiro de las tropas. También propuso que el Tíbet
se transforme en el parque ecológico más grande del mundo y animó a las
organizaciones internacionales y regionales a promover y proteger los derechos
humanos.
China entendió la propuesta del Dalai Lama, como una declaración de
independencia. También el Dalai Lama, pidió que se ponga fin al traslado de
población china al Tíbet, iniciado en 1959, que estaba amenazando al
mantenimiento de la cultura de su país. Una vez más, los chinos consideraron
que sus propuestas estaban poco preparadas, eran agresivas y se basaban en un
deseo de reclamar el país y reasumir su control.
Tras la denuncia china, en Lhasa, miles de tibetanos salieron a las calles a
reclamar su libertad, Los soldados del EPL abrieron fuego contra la
muchedumbre. El resultado, 19 personas muertas y muchos heridos de bala.
La prensa de todo el mundo hizo eco de la noticia de las manifestaciones y de
la ofensiva y ello marcó un resurgimiento del interés por la situación
tibetana. En 1988, el Dalai Lama fue invitado a hablar ante el Parlamento
Europeo en Estrasburgo.
En su discurso, el Dalai Lama reiteró su compromiso con la no violencia y
aprovecho la ocasión para repetir su plan de paz de cinco puntos y que no
pretendía la independencia del Tíbet, sino el derecho a vivir como tibetanos
libres. Los chinos denunciaron el discurso del Dalai Lama y criticaron al Parlamento
Europeo por permitir su presentación.
El Dalai Lama era optimista ante el restablecimiento del Estado tibetano,
dentro de China. Aunque frustrado, continuó su lucha por el Tíbet.
UNA MEJOR POSICIÓN EN EL MUNDO
A finales de la década de 1980, el Dalai Lama se convirtió en algo más que un
ícono religioso y líder político de una nación afligida: se había convertido en
un personaje célebre. Su reputación internacional preocupaba al gobierno chino,
no solo porque para ellos representaba una piedra en el zapato, sino porque su
popularidad les avergonzaba ante el mundo.
El 23 de septiembre de 1988, los chinos, enviaron una respuesta formal al plan
del Dalai Lama: “Invitamos al Dalai Lama a abrir el diálogo con el gobierno
central en cualquier momento. Pero con la condición de que no haya ningún
extranjero implicado. Estamos preparados para designar un funcionario de cierto
rango para que dialogue directamente con el Dalai Lama”. China instaba al Dalai
Lama a dejar de lado cualquier pretensión de soberanía para el Tíbet y a
regresar al seno de la patria.
La reunión nunca llegó a celebrarse y los diálogos de la última década quedaron
interrumpidos. Era obvio que ningún bando estaba dispuesto a hacer concesiones.
En el Tíbet, la situación seguía siendo delicada. El 5 de marzo, se organizó en
Lhasa la mayor manifestación desde 1959, una manifestación que duró tres días.
En los disturbios que estallaron en la ciudad murieron unas 750 personas y el
día 8 de marzo los chinos declararon la ley marcial.
Sin embargo, nada de todo esto podía apartar al Dalai Lama de sus creencias
espirituales. Deseaba que los tibetanos entendieran a sus enemigos, “porque en
la adversidad más grande es donde existe el mayor potencial para hacer el bien,
tanto a uno mismo como a los demás”.
Su compasión incluso por sus enemigos, fue la que le hizo merecedor del premio
Nobel de la Paz en 1989. En su discurso de aceptación del premio en Estocolmo,
volvió a dar muestras de ella: “Rezo por todos nosotros, opresor y amigo, para
que juntos consigamos construir un mundo mejor a través del amor y el
entendimiento humano, y para que, con ello, reduzcamos el dolor y el
sufrimiento de todos los seres conscientes. Tengo siempre presente que, en
esencia, todos somos iguales: todos somos seres humanos. Quizá llevemos
distinta ropa, nuestra piel sea de diferente color o hablemos otros idiomas.
Eso es solo superficial. Básicamente somos los mismos seres humanos. Y eso es
lo que nos une a los demás. Eso es lo que nos permite entendernos y establecer
lazos de amistad y afinidad”.
El premio Nobel de la Paz, supuso para el Dalai Lama una mayor credibilidad en
los círculos políticos internacionales, y por consiguiente, una humillación
diplomática para la China. A partir de entonces, el Dalai Lama sería considerado,
un emisario de la paz en el exilio. Esto suponía una extraordinaria publicidad
que el Dalai Lama supo aprovechar sabiamente.
Poco después, en 1994, Clinton invitó al Dalai Lama a reunirse con él y con el
vicepresidente Al Gore en la casa Blanca. De hecho Bill Clinton se encontró con
el Dalai Lama en cinco ocasiones. Durante las conversaciones, el Dalai Lama
exhortó a los dirigentes estadounidenses a entablar conversaciones con Pekín e
instar al país más poblado del mundo a adoptar la democracia.
A pesar de las protestas chinas, el gobierno de Estados Unidos sigue
reconociendo al Tíbet como una región autónoma bajo gobierno chino y al Dalai
Lama, como su líder político y espiritual. El Dalai Lama por su parte, siempre
ha considerado a los americanos como amigos.
Hacia 1996, la fama del Dalai Lama se había extendido por todo el mundo y
muchos personajes famosos, como los actores norteamericanos Richard Gere, Tim
Robbins, Steven Seagal, Susan Sarandon, Meg Ryan y Oliver Stone, se interesaron
personalmente por él. En 1997, se estrenaron dos películas en las que se
esbozaba la vida del Dalai Lama. “Kundun”, “Siete años en el Tíbet”,
protagonizada por Brad Pitt.
En 1988, un grupo de exilados empezó una huelga de hambre hasta la muerte. Otro
activista se prendió fuego en señal de protesta. La violencia había empezado.
En la actualidad, el Tíbet sigue formando parte de China y el Dalai Lama y el
gobierno chino continúan dando vueltas a la idea del diálogo. El Dalai Lama se
mantiene en su demanda de autonomía, más que de independencia, para el Tíbet y
confía en que las conversaciones devolverán la patria a su pueblo. Los chinos
por su parte, opinan que no es un simple monje, sino un político que oculta
bajo su hábito budista un intento de dividir a la patria.
El Dalai Lama continúa visitando países de todo el mundo y no se cansa de
exhortar a los líderes mundiales para que abran una brecha en la gran muralla
china, de modo que pueda exponer su caso y avanzar en la autonomía que desea
para el pueblo tibetano. “la lucha por el Tíbet no es por el Dalai lama ni por
ninguna otra persona. Nuestra lucha es por nuestra nación. Tarde o temprano yo
moriré. Y cuando desaparezca, quizá haya algún contratiempo. Pero nuestra
organización debe seguir adelante como si no hubiera Dalai Lama”.
FIN